¡Serena, amable y bondadosa
Virgen de la Medalla Milagrosa!
En presencia de la Santísima Trinidad
y teniendo por testigos a toda la Corte Celestial,
os escojo, Señora, por mi Reina y Madre,
declarándome humildemente
por indigno esclavo y siervo vuestro:
Vuestra benevolencia y misericordia,
no tiene límites, todo el que acude a Vos,
encuentra ayuda, consuelo, soluciones,
sea cual sea su problema.
Vos otorgáis la salud al que la perdió
aún en los casos mas graves y desesperados,
dais la ayuda necesaria al pobre,
al afligido, al que está solo y desamparado,
al que no puede obtener su sustento,
al que sufre injusticias de todo tipo...
Vuestros Milagros no tienen fin,
Madre mía, bendita y gloriosa.
Todos encontramos amparo
bajo vuestro sagrado manto.
Hoy, me inclino ante vuestros pies
de la manera más humilde,
suplicando vuestra ayuda
para los males y necesidades
que de manera grave, me afligen.
(Fervorosamente hacer la petición)
Tengo absoluta confianza
en que no me dejaréis en el abandono,
y mejoraréis mi situación,
que para mí, ya es insostenible.
Aliviad mi gran pena, Señora,
yo, os ofrezco cuanto soy y tengo;
y os ruego bendigais mi deseo de imitaros
en todas vuestras virtudes.
Prometo honraros
todos los días de mi vida
consagrándoos de una manera especial
todos los sábados y fiestas dedicadas
a vuestro bendito Nombre,
cobijándome bajo vuestro poderoso manto;
defendedme del enemigo infernal,
señaladme con el sello de vuestra esclavitud
y en recompensa de mis humildes servicios
en esta vida, concededme que sea
el último de vuestros esclavos en el Cielo.
Así sea.
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