Jueves santo, jueves santo,
jueves santo, aquel día
estaba la Virgen María
buscando a su hijo amado.
En la calle de Amargura
está una niña sentada.
La Virgen le preguntó:
--Buena y bien criada,
¿por aquí no ha pasado
mi hijo de mi corazón,
el hijo de mis entrañas?
"Por aquí pasó, señora,
antes que el gallo cantara,
con un madero de cruz
en su hombro atravesado.
Como el madero era verde,
a cada paso arrodillaba.
Una soga en su garganta,
que por ella trompicaba,"
una corona de espina
en su cabeza traspasada.
La Virgen [oyó] eso,
cayó en el suelo desmayada.
San Juan, como buen sobrino,
en brazo la levantó diciéndole:
"Alevántate, tía mía,
alevántate, tía amada,
que en el Calvario sangrino
está mi primo clavado.
Ya aprietan las clavijas,
ya lo habrán crucificado."
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