María, Madre de la Inocencia,
vos que fuiste la primera gestada en ella,
alcánzanos la gracia para que renazca en nosotros
la confianza de los niños en su entrega.
Vos que partiste hacia el encuentro de Isabel
para acompañarla en la espera de Juan Bautista,
enséñanos a estar disponibles para acompañar
las esperas propias y ajenas,
manteniendo la inocencia que lleva a la esperanza.
Vos que conociste el dolor de tantas madres
que perdieron a sus hijos cuando huiste a Egipto
para proteger a Jesús, modela nuestros corazones
para comprender y consolar a las madres
que sufren muertes injustas e inesperadas.
Amada María, Madre de la Inocencia,
danos el gusto por imitar a tu Hijo,
dejando que los niños vengan a nosotros,
aprendiendo de ellos para hacernos como ellos
y entrar así en el Reino de los Cielos.
Oh María, Madre de la Inocencia,
bajo tu amoroso manto cobija a quienes heridos
en la inocencia del cuerpo y del alma acudimos a vos
buscando ser liberados, reconfortados,
pacificados y sanados.
Dulce Madre, iluminanos, pues queremos ser
instrumentos de bondad y reconocer en la mirada
de cada hermano la necesidad de recobrar
toda inocencia arrebatada.
María, Madre de la Inocencia,
que permaneciste fiel en la entrega del Inocente,
ruega por nosotros, tus hijos.
Amén.
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