Oh Milagrosa Virgen María,
Madre de Dios y Madre nuestra,
prosternados a vuestras plantas
os encomendamos nuestros corazones,
nuestros afectos, nuestros intereses,
la salud de nuestros cuerpos,
la salvación de nuestras almas,
la paz de nuestras familias
y el bienestar de nuestro pueblo.
Gloriosa Virgen María,
ante ti nos presentamos para suplicarte
que atiendas nuestras necesidades,
en estos tiempos difíciles,
que vivimos agobiados y acuciados por ellas.
Ruega a Dios Nuestro Padre,
para que atienda a nuestro sustento diario,
y que en nuestros hogares,
no falte el pan de cada día.
Velad por nosotros desde los cielos,
apartadnos de todo peligro,
endulzad nuestros pesares,
santificad nuestros trabajos
y colmadnos de vuestras gracias y virtudes,
oh siempre Virgen y siempre Madre
y siempre buena, María.
Oh María sin pecado concebida
Rogad por nosotros que recurrimos a Vos.
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