O Preciosa Sangre de Jesús,
el precio infinito
de la redención del hombre pecador,
y bebida y alimento de nuestras almas.
A Ti, que suplicas continuamente
por los hombre ante el trono
de la misericordia infinita,
desde el fondo de mi corazón,
yo te adoro...
y en la medida de lo que soy capaz,
te retribuiré por los ultrajes
que recibes continuamente
de los seres humanos,
y en especial de aquellos,
que temerariamente,
se atreve a blasfemar de Ti.
¿Quién no iba a bendecir
esta Sangre de valor infinito?
¿Quién no siente dentro de sí
el fuego y el amor de Jesús
que derramó su Preciosa Sangre
para salvación de todos nosotros?
¿Cuál sería mi destino,
si no hubiera sido redimido
por la Sangre divina?
Esto sin duda, fue la mayor muestra
de amor hacía la humanidad.
Oh! Amor Infinito,
haz que cada corazón y cada lengua
estén prontas para alabarte,
magnificarte y darte gracias
ahora y por siempre.
Amén.
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