me vea yo envuelto,
que ni herido, ni preso, ni muerto,
los enemigos de mi alma,
los enemigos de mi alma,
o de mi cuerpo me vean vencido,
ojos no me vean,
manos no me ofendan.
Que tan escondido me vea
ahora y siempre,
noche y día,
Como estuvo el Divino Verbo
en el vientre virginal de la Virgen María.
Amén Jesús, María y José.
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