
Señora y Madre nuestra: tu estabas serena y fuerte junto a la cruz de Jesús. Ofrecías tu Hijo al Padre para la redención del mundo.Lo perdías, en cierto sentido, porque El tenía que estar en las cosas del Padre, pero lo ganabas porque se convertía en Redentor del mundo, en el Amigo que da la vida por sus amigos.María, ¡qué hermoso es escuchar desde la cruz las palabras de Jesús: “Ahí tienes a tu hijo”, “ahí tienes a tu...