miércoles, 16 de abril de 2014

CRISTO Y LA MAGDALENA...

 
 

Escuchen y estén atentos:
 
Cuando Jesucristo llama, 
San Juan y la Magdalena
todos juntos caminaban 
con un tomado de basto   
y un calidoro llevaban
donde recogen la sangre   
que Jesucristo derrama. 

 

Sale la Virgen buscando   
por el rastro de la sangre; 
con una mujer se encuentran   
y a ella le preguntaba: 
--¿Dónde me ha visto pasar   
un hijo de las entrañas? 


"Sí, señora, sí, lo vi   
 antes que el gallo cantara, 

con una cruz en los hombros   
 del madero muy pesao 
y la corona de espino   
que el cerebro traspasaba; 
la cruz como era tan grande   
tres veces se arrodillaba."


La Virgen oye las nuevas,   
cae a tierra desmayada; 

San Juan, como buen sobrino,   
tuvo pronto a levantarla.
 

"Levántate, tía, le dice,   
levántate, tía del alma, 
que allá arriba del Calvario   
entre tres luces estaba."
 
Un hombre estaba en el medio,   
Jesucristo se llamaba. 
 
La Virgen no lo conoce,   
aunque mucho lo miraba. 
 
Conócelo Madalena,   
que a los pies de Cristo estaba. 

--¡Ay, hijo mío!, le dice,   
¡Ay, hijo mío del alma!, 

hiciste tu testamento   
que a todo el mundo agradaba. 
Perdonaste a los impíos   
y a quien le dio la lanzada,
aquel perro del judío   
que le dio la bofetada. 
 
San Pedro le deja las llaves,   
quien tres veces te negaba, 
sólo a mí por ser mujer   
me deja desamparada.


Vuelve la cabeza Cristo   
y a San Juan le preguntaba:
 
--¿Quién es aquella mujer   
que tan lindamente hablaba?
 

"Es María Madalena,   
la que mucho te estimaba, 
 quien te lavaba los pies   
con lágrimas que derramaba."
 
"Calla, calla, Madalena,   
no te dejó desamparada, 
que en el centro de mi patria   
tengo una silla apartada 
pa que te sientes en ella   
contra mi madre sagrada." 
 
 

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